jueves, 6 de mayo de 2010

INSTRUMENTOS DIABÓLICOS...

Hoy voy a hablar de algo distinto, algo personal, algo que quizás os esté ocurriendo también a vosotros... Mi relación con toda esa serie de aparatos que dicen están para facilitarnos la vida, para que trabajemos menos, para que tengamos mas tiempo libre, para que nos divirtamos... Si, voy a hablar de mis experiencias con esos seres que funcionan con electricidad y que en mi caso estoy francamente convencido de que me odian...

Os hablaré hoy del aspirador... Otro día quizás os cuente mis andanzas y desventuras con otros de sus compañeros, ya que cada uno tiene su forma de ser, de actuar, su personalidad, su historia...

Teníamos un aspirador ya viejo, de esos de bolsa de papel que luego nunca encuentras en las tiendas cuando se te acaban y tienes que soportar su sonrisa sardónica al sentirse intocable mientras te vé acercando la mano a la honrada escoba ó a su primo mayor, el escobón, destacando chulesco con su bigote negro cual Guardia Civil que te ha pillado a 200 por hora...

Como os decía, el viejo aspirador ya tenía (como todos los viejos) sus manías, sus vicios, sus días en que el mal humor hacía inviable cualquier trato con él, y decidimos que una jubilación anticipada podría ser muy conveniente. De acuerdo en que tenía días en que ronroneaba así como satisfecho, pero el día que se levantaba con la rueda izquierda era insufrible... Su cuerpo presentaba cicatrices de mil batallas, bandas de cinta de embalaje iban poco a poco cubriendo su cuerpo mientras día a día iba perdiendo pequeños trocitos de esos que hacen ¡¡click!! y sujetan las piezas mas grandes...

Lo decidimos: necesitábamos poner en nuestra vida un aspirador joven, dinámico, que no tenga mono cuando le falte su ración de bolsas ni se descojone de nosotros sabiendo que se convierte en vago intocable... y con ilusión en nuestros corazones, cual padres en busca de su hijo adoptado al que aún no conocen, nos dirigimos a MediaMarkt para ver quien iba a sustituir a aquel que cada día se asemejaba más a un pirata tuerto y con la pata de palo...

Entramos en la tienda, luces a tope, estanterias abarrotadas de todo tipo de aparatos que nos miraban con ojos lastimeros cual cachorrillos pidiendo nuestra atención, una caricia de nuestras manos, gritando silenciosamente "¡¡Eligeme a mi, llevame contigo...!!" Y lo vimos, si, lo vimos encima de un montón de hermanitos iguales a él, de su mismo color, pavoneandose junto a un cartel en el que explicaba que solo le faltaba hablar, que era la hostia, que estaba de promoción con un buen descuento y mil cosas mas que si las leías y no lo comprabas salias de la tienda con complejo de gilipollas... y lo compramos. ¿Amor a primera vista? ¿El brillo de su piel azulada que destacaba incitante? No lo sé...

Al meter la caja en el maletero me pareció oir una cierta risita sardónica, pero no le dí importancia... Volvimos cantando alegremente cancioncillas alusivas a la limpieza del hogar para que el trauma de separarlo de sus hermanitos fuera menor y se fuera acostumbrando a nuestras voces, siempre alabando sus muchas virtudes, su fortaleza, su belleza...

Llegamos a casa. Nada mas entrar y dejarlo sobre la mesa del salón me apresuré a sacar a la calle al viejo mientras mascullaba protestas y mas protestas diciendo que aun tenía vida, que poniendole una bolsa nueva todavía podía dejar la casa en condiciones... y me dió pena, tantos años juntos... y le dí una oportunidad, lo coloqué junto al contenedor de basura con un cartel que decia "Aun funciono, adoptame", con idea de salir mas tarde para ver si alguien le había dado otra oportunidad... y así fué, al rato solo estaba el cartel en el suelo como recuerdo de que alguien había decidido dejarle entrar en su vida.

Abrimos la caja. ¡¡Como brillaba el cabrón!! Accesorios y mas accesorios, tubos y mas tubos, cepillos... y el siempre siniestro libro de instrucciones escrito para que lo comprenda unicamente un ingeniero espacial despues de doce cubatas... Pero allí estaba, era nuestro ¿o eramos suyos?

Fuimos montando los accesorios, le echamos agua en el depósito para el vapor, agua para filtrar lo que aspirase ¡¡y como bebía!! Parecía que llevaba meses sin probarla... y lo encendimos. Una luz verdosa se encendió en un piloto indicando que aquello iba bien, como los semáforos dando paso, mientras otra chiquitita roja nos indicaba que el agua que iba a convertirse en vapor iba calentandose mientras un ruido de burbujeo denotaba que aquello funcionaba...

Si, funcionaba. Su ronroneo satisfecho se mezclaba con el silbido del vapor que iba tomando presión... ¡¡Como presumía!! Nos cogimos de la mano y lo miramos arrobados, con ilusión, con cariño, con esa extraña expresión mezcla de orgullo y amor de los padres mientras sentíamos que la familia había aumentado. Lo apagamos y dejamos descansar, ni eran horas para enseñarle la casa y sus tareas, aparte de que eran demasiadas emociones para un solo día. Lo acostamos en su cajita y con un besito de buenas noches lo dejamos hasta el día siguiente.

Al día siguiente, ya estabamos en pié antes de que sonara el despertador, tomando un cafelito y con nuestros primeros cigarrillos del día humeando... Lo sacamos de la caja y miramos con amor, con mucho amor... Parecía pletórico de fuerzas, deseando demostrar de lo que era capaz, así que volvimos a vestirlo con sus accesorios, lo enchufamos... y rugió con la fuerza de un joven tigre mientras iniciaba su primera aspiración. ¡¡Como chupaba!! ¡¡Como soltaba vapor ardiente aniquilando mancha tras mancha ante nuestros maravillados ojos!!

Recorrió la casa como si la conociera de toda la vida, aspirando, echando nubes de vapor con alegría para despues aspirar ese vapor convertido en líquido que había pulverizado hasta la mancha mas pequeña... Las manchas se acojonaron, ellas que se reían del viejo aspirador se encontraron de pronto enfrentadas a una bestia sin piedad que las aniquilaba una tras otra...

No transcurrió demasiado tiempo... y el aspirador cambió, empezó a actuar de forma anarquica, ya no era aquel dechado de virtudes del principio... Aquel vapor glorioso empezó a salir por juntas del tubo quemandonos las manos mientras él, con una sonrisa siniestra contenida, miraba para otro lado haciendose el despistado... Los cepillos iban convirtiendose en paramos desolados, las uniones de los tubos iban perdiendo las sujecciones que antes los unian con firmeza... y él, Él, notabamos que disfrutaba...

Dejamos de echar agua al deposito para el vapor; fué su primer triunfo...Artrastrabamos su peso por la casa unicamente aspirando mientras risitas sadónicas envenenaban poco a poco nuestros oidos.

Me odiaba, si, me odiaba y yo le empecé tambien a odiar. Ya no lo arrastraba con mimo sino a tirones, queriendo demostrarle quien mandaba... y empezó a pararse cuando quería, solo sacudiendo su cable conseguía que volviese a zumbar, un dia tras otro, hasta que en una de esas sacudidas saltó la luz de la casa. La conecté... pero no volvió a funcionar...

Lo llevamos a reparar al mejor hospital de aspiradores que encontramos, donde tuvieron que operarle de urgencia y conectarle aquel cable que (seguro estoy) él mismo soltó en lo mas profundo de su interior. Despues de unos dias de convalecencia, lo trajimos a casa y lo encendimos. Dos dias funcionando... y nuevas paradas...

Hay vamos a volver a llevarlo a su médico; estamos convencidos de aplicar la eutanasia si la cosa es complicada... y repetir la experiencia de comprar otro nuevo si es preciso aunque eso si, ésta vez será primitivo, de esos que parecen de pueblo, sin vapor, sin cepillos sin nada... que casi ni piense y así evitaremos tener un enemigo inteligente en casa.

1 comentario:

  1. Asi es y no tengo mas remedio que soltar una carcajada, porque vivi la misma experiencia, casi mortal, por cierto, ¿donde estan esos buenisimos aspiradores, con sus bolsas de papel? ¿donde? que cuando pensabamos que los duendes hacian desaparecer nuestras cosas, simplemente abriamos la bolsa y ¡voila¡, ¡¡estaban¡¡, eso si nos llenavamos de polvo... pero que divertido.
    Modernidades, muchas modernidades, y si no el que tengo ahora, que dehambula solo por la casa, mi pobre perra se vuelve loca llendo detras de el ladrandole, lastima ¡que poca vida le queda¡, mi adorada perrita le tiene un odio mortal, simplemente lo considera el enemigo

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